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domingo, 16 de diciembre de 2012

UNA TIENDA EN PARÍS

"TOBARRA" y "CALLE DE MONTESINOS" óleo/tabla




UNA TIENDA EN PARÍS      Maxim Huerta
(El viejo pintor y la alumna)


El viejo pintor me miró a la cara y por primera vez el estropeado gris de sus ojos me pareció azul.
Fiel a su costumbre, el viejo pintor daba vueltas lentamente a uno de los pinceles entre sus dedos.
-Nosotros los hombres, hablo en general , somos seres que vivimos paralizados por el miedo. Esa es la principal  barrera que nos impide ser felices. Tengo 83 años, mi despertador suena  a las siete de la mañana, muy pronto porque quiero que el día sea largo, ya habrá tiempo de dormir. Siento la necesidad de levantarme por las mañanas para ver de qué color está hoy el cielo, azul lino claro, ceniza, cerúleo o provenzal; necesito tomarme un café caliente recién hecho y saborear mi mermelada de melocotón sobre una tostada que yo preparo y sentir que se deshace en mi paladar como si fuera la primera vez que la como; cuando me ducho, con el cuidado que imagina por mi edad, experimento cómo se van por el desagüe todos esos pensamientos negativos que se nos pegan en la piel y me lleno de agua nueva ; camino por las calles mirando las cornisas porque muchas veces descubro algún elemento nuevo, incluso perfecto para ser pintado, hoy mismo me fije en las lagartijas que recorren la fachada de un edificio, y ¿sabe qué?... Bueno, deberá comprobarlo usted, son verdes, ¿qué tipo de verde? Para eso deberá ir as verlo y buscar en la carta cromática de Chavín. Me gusta hacer una siesta breve, muy breve, por el único placer de tener otro amanecer en el mismo día, volver a tomarme otro café y venirme paseando hasta esta cúpula desde donde tengo la mejor vista de Madrid. Y cuando empiezo a pintar un lienzo vuelvo a tener los nervios del cuadro anterior, y creo que no voy a ser capaz con la perspectiva, que el enjambre de edificios parecerá una masa uniforme y no un preciosos puzle de ventanas, tejados, aceras y portales.
         Hizo una pausa. Un silencio denso mientras giraba otra vez el pincel entre sus dedos.
-Está pensando que todo lo hago como si fuera la última vez porque tengo muchos años. Y se equivoca. Lo hago como si fuera  la primera vez porque quiero seguir manteniendo viva la capacidad de sorpresa. Hace mucho me preguntaron en una exposición por qué mantenía una atmósfera en mis cuadros tan perfeccionista y a la vez tan infantil, ya ve, ¡infantil! Y les dije que quiero seguir siendo niño hasta que me sorprendiera la vejez. ¿Se lo repito? Quiero ser niño hasta que llegue la vejez. Cuando ya no tenemos ganas de evolucionar, empezamos a morir lentamente. Se nos escapa el niño. Usted ve a un viejo, yo sigo siendo un crío. Solo he cambiado la carcasa. 

1 comentario:

  1. Buenas tardes Casimiro, precioso este magnifico relato de Maxim Huerta. Lo vuelvo a leer por segunda vez, la primera me ha sabido a poco.

    Aprovecho para desearte unas Felices Navidades en compañia de todos los tuyos, que la luz especial de la Navidad brille e ilumine por todos los rincones del mundo. Saludos Pilar.

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