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lunes, 26 de noviembre de 2012

SUPERADAS LAS 10.000 GRACIAS

¿QUÉ NO DARÍA YO?


A Lola por darme a Silvia

¿Qué no daría yo?
Por empezar de nuevo.

Así dice la copla
que sin permiso tomo,
y abriéndome en canal
a mi interior me asomo,
y rebusco y rebusco,
y revuelvo y revuelvo,
y hurgando en mi memoria
con Tobarra me encuentro.

¿Qué no daría yo?
Por empezar de nuevo,
por jugar en sus calles,
por subir a sus cerros,
por embriagarme todo
del tomillo y romero,
que brota de sus piedras
con donaire y salero.

Por meterme en los baches
después de un aguacero,
por ponerme perdido
del barro de su suelo,
y al llegar a mi casa
mi madre hecha una furia,
a zapatilla en mano
sentarme las costuras.

¡Nene cómo te has puesto!
Vas hecho un adefesio.
¡Míra qué pantalones!
¡Hay! Que no me contengo.
¡Pero Santísmo Cristo!
Son los zapatos nuevos,
éstos no te los salva
ni Pedro el zapatero.

¿Qué no daría yo?
Por volver a ese tiempo
de los días de escuela,
de cartilla y recreo.
Y en aquellos festivos
rondando el medio día,
ir a misa en San Roque
como entonces hacía.
Luego, en el Cine Avenida,
“COLOSAL PROGRAMA DOBLE”
una, de Antonio Molina,
otra, de Tyrone Power.
Dos pesetas de torraos,
de la Carmen de Mariano,
acompañando la acción
de la copla y los romanos.

¿Qué no daría yo?
Por volver al Paseo,
las tardes de domingo
cuando el sol va cayendo,
y perseguir muchachas
con sus vestidos nuevos,
regalando sonrisas
de labios inexpertos.

Por ir a la taquilla
del Salón Ideal,
y en su pista de baile,
danzar, danzar, danzar,
envuelto en los aromas
de las higueras verdes
que tras el escenario
contemplaban inertes.
Mientras que me acercaba
temblando de inquietud,
a invitar a una joven
con un vestido azul,
llevarla de la mano
al centro del salón,
y ver en sus mejillas
un ligero rubor.

Pero ya no se puede
retornar al comienzo.
Pero sí, hacer balance,
a lo cual, yo procedo.
Y llegado a este punto
de una existencia larga,
creo que es buen momento
de empezar a dar gracias.

Gracias a Dios, en mi caso,
que tan generoso ha sido,
me dio una buena familia,
y me dio buenos amigos.
Para nacer, buena tierra,
a la que quiero y no olvido,
buena casa, buena calle
y también buenos vecinos.
Lección de buenos maestros,
para iniciar mí destino,
sorprendiendo a cada paso
al aprendiz indeciso,
pródigos conocimientos
coseché en el recorrido,
y que aún voy encontrando
a lo largo del camino.

Si me pongo a enumerar,
interminable sería,
por cuánto debo dar gracias
y corto me quedaría.
Por tanto, gracias por todas
las experiencias vividas,
y por todas esas gentes,
con quién fueron compartidas.

©Casimiro Bleda Onrubia

...y por supuesto a tí por visitar este blog.

2 comentarios:

  1. Felicidades Casimiro me ha encantado este poema,
    que comparto tantisimo contigo...esas pequeñas cosas tambien así las defino.
    Abrazos y gracias por tus amanbles visitas y comentarios a mi humilde blog.
    Abrazos Pilar.

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  2. Pilar.Un beso fuerte y gracias también por tus visitas al mío.

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